Vale mencionar un ejemplo al iniciar este artículo, mismo en el que se analiza la eficiencia de un software en varios ordenadores que tienen una arquitectura de sistema completamente diferente.
Digamos por ejemplo que una aplicación dedicada a ser animación infográfíca tiene una eficiencia moderada en un ordenador de características Pentium III, a lo que un usuario desea hacer una migración de este software a un ordenador de más reciente generación, esperando que esta aplicación tenga un mejor desempeño en cuanto a cada una de sus funciones.
La sorpresa que suelen llevarse muchos de estos usuarios está en que dicha aplicación no tiene una velocidad de procesamiento más óptima que aquella que se observaba en la plataforma Pentium III que habíamos mencionado, pues aquí interviene lo que se llama la arquitectura del software.
El caso que hemos mencionado es muy real, y la falta de eficiencia en un ordenador mucho más rápido en todos los sentidos no depende específicamente de este equipo, sino del software que se ha instalado en el. La situación es la siguiente; cuando se desarrolló este software de animación gráfica, sólo por dar un ejemplo, los factores más principales que se tomaron en cuenta fue el desempeño de esta aplicación y cada uno de sus parámetros con una serie de modelos de ordenador que actúan como compatibles con esta aplicación. Este ordenador seleccionado por el software tiene un límite máximo de procesador y memoria RAM, así como memoria gráfica y otros cuantos factores, que deben cumplir como requisito para qué la aplicación tenga su grado de efectividad.
Cuando se desarrolló esta aplicación no se tomó en cuenta el desarrollo de futuros procesadores, pues los desarrolladores de un software no conocen a ciencia cierta qué tipo de procesadores saldrán al mercado, así como también que variaciones habrán en cuanto sistema operativo; de esta manera los parámetros principales a tomar en cuenta en la arquitectura de un software están en cuanto al sistema operativo al que se le va a dedicar y a cada uno de los dispositivos que se encuentran vigentes en ese instante, pues las pruebas de eficiencia de una aplicación se las realiza con los elementos que existen, o que proveen las firmas fabricantes, en un momento determinado.