El fin del dinero en efectivo -ese que todo el mundo tiene en el bolsillo, normalmente para realizar compras pequeñas del día a día- lleva lustros en franco retroceso, que comenzó con la aparición de las tarjetas bancarias, pero que se ha acelerado desde que los gigantes tecnológicos como Google, PayPal o Apple han implementado sus propias plataformas de pago. Muchas veces utilizadas en pagos online que no sólo se limitan a comprar todo tipo de productos en conocidos marketplaces, sino que incluso ya abarcan a varias plataformas que prestan otros servicios financieros como las que permiten realizar trading de acciones o servicios de micromecenazgo como Patreon, las cuales permiten pagar mediante plataformas de pago seguro online sin necesidad de introducir los números de la tarjeta de crédito o realizar transferencias bancarias -aunque en el caso de las plataformas de trading pueda hacer falta vincular una cuenta bancaria como parte del sistema de autenticación y para retirar dinero-.
Aunque el número de usuarios de este tipo de plataformas de pago online ha aumentado mucho desde que nacieron -principalmente porque son cómodas y seguras- lo cierto es que la desaparición del dinero en efectivo también tiene sus inconvenientes, al menos para ciertos colectivos y para aquellos sectores que suelen desconfiar del excesivo intrusismo estatal en la vida y las finanzas privadas, como pueden ser los liberales.
La importancia del dinero físico
Y es que a pesar de que el mundo avanza hacia un desligue cada vez mayor del mundo físico en muchas de sus facetas -las colecciones de discos, películas o libros se han visto sustancialmente reducidas para bien o para mal con la aparición de plataformas como Spotify, Netflix o dispositivos como el ebook-, la desaparición del dinero supondrá un problema para colectivos que obtienen una parte importante de sus ingresos de la caridad callejera ocasional. Se han visto imágenes de personas sin hogar con datáfonos o incluso que proporcionan una dirección de billetera para que se les donen criptomonedas, pero seguramente sea algo anecdótico de momento, o incluso para aquellos trabajadores que viven en la economía sumergida, además de que hay quién considera que el dinero legalmente ganado y que ya ha tributado debería poder ser sacado de la lupa de las autoridades, algo imposible si todo el dinero es digital y tiene que estar guardado en cuentas corrientes.
Un nicho de mercado enorme
Pero rara vez el avance se detiene por culpa de los inconvenientes que ocasiona, y los servicios financieros prestados por empresas que en su inicio restringían su actividad a la tecnología son cada vez más comunes a la par que lucrativas, algo que sin duda ha ayudado a que crezca el interés de las acciones de dichas empresas a la hora de invertir en bolsa o directamente mediante una plataforma de trading localizada a través de las reseñas de brókeres fiables, siempre que se tengan claros riesgos como los que implica el apalancamiento y cualquier tipo de especulación.
Alguna aplicaciones como la desarrollada por Apple ya vienen integradas de serie en sus dispositivos y por lo tanto suelen estar perfectamente integradas con los mismos, pero ello no implica que no se puedan utilizar sistemas de terceros como Google Pay de la propia Google o Bizum, un sistema de pago online muy utilizado en pequeños pagos por su rapidez y sencillo uso.
La errónea idea inicial de que el coronavirus podría transmitirse por medio de los billetes también ayudó a que las plataformas de pago aumentasen su cuota de mercado, ahorrándoles de esta forma muchos años de lento avance, sobre todo entre las capas de la población más reacias a adoptar las nuevas tecnologías, ya sea por desconfianza, pereza o incapacidad en ciertos casos. Como muestra de ello tenemos los estudios que demuestran que en países como España cerca de una cuarta parte de los consumidores realizaron sus primeros pagos online espoleados por la pandemia, y aunque esta cifra incluye también el pago directamente con tarjeta bancaria sin duda plataformas como PayPal, Skrill, Google Pay o Apple Pay han tenido su parte del pastel, ya que dichas plataformas funcionan como intermediario entre el comprador y el vendedor, evitando de esta forma introducir información sensible en páginas web.